JOSÉ LUIS CORDEIRO | EL UNIVERSAL
sábado 21 de noviembre de 2015 12:00 AM
Venezuela tiene actualmente la inflación más alta del mundo, a pesar de todos los controles gubernamentales que solo generan más corrupción, desabastecimiento y pobreza. Así que ha llegado el momento de plantear la dolarización de la economía para sacar a la política, y a los políticos, del manejo monetario.
La dolarización elimina la discrecionalidad de un banco central politizado para sustituirla por la disciplina monetaria. La dolarización brinda transparencia, sencillez y predictibilidad para eliminar las posibilidades de corrupción en el área monetaria. Podría decirse que la dolarización representa el gobierno de la ley en vez del gobierno del rey con sus controles y corrupción.
El manejo monetario es un gran espacio abierto para la corrupción si se deja a la discreción de los políticos. Los controles cambiarios son un enorme caldo de cultivo para la corrupción. En Venezuela, los casos de corrupción más grandes de toda la historia han estado relacionados con la política monetaria, comenzando con la nefasta experiencia de Recadi y luego con Cadivi. Las personas que deciden la política monetaria manejan un enorme poder que se presta fácilmente a la corrupción, como ha ocurrido no sólo en Venezuela sino también en otros países con discrecionalidad monetaria.
La inflación es el más perverso de los impuestos y afecta a toda la población. Mientras que los impuestos normales requieren discusión pública y aprobación legal, la inflación resulta de la impresión de dinero inorgánico, sin leyes, sin discusiones ni representantes. La inflación es un impuesto enmascarado, ilegal y regresivo que genera pobreza y desigualdad.
La discrecionalidad monetaria no es una virtud sino un engaño, un abuso de autoridad y una violación de los derechos de los ciudadanos. La discrecionalidad monetaria es la antítesis de la transparencia monetaria. Sus consecuencias son terribles en el área política (corrupción), económica (pobreza), social (desigualdad) y ética (inmoralidad).
www.cordeiro.org
La dolarización elimina la discrecionalidad de un banco central politizado para sustituirla por la disciplina monetaria. La dolarización brinda transparencia, sencillez y predictibilidad para eliminar las posibilidades de corrupción en el área monetaria. Podría decirse que la dolarización representa el gobierno de la ley en vez del gobierno del rey con sus controles y corrupción.
El manejo monetario es un gran espacio abierto para la corrupción si se deja a la discreción de los políticos. Los controles cambiarios son un enorme caldo de cultivo para la corrupción. En Venezuela, los casos de corrupción más grandes de toda la historia han estado relacionados con la política monetaria, comenzando con la nefasta experiencia de Recadi y luego con Cadivi. Las personas que deciden la política monetaria manejan un enorme poder que se presta fácilmente a la corrupción, como ha ocurrido no sólo en Venezuela sino también en otros países con discrecionalidad monetaria.
La inflación es el más perverso de los impuestos y afecta a toda la población. Mientras que los impuestos normales requieren discusión pública y aprobación legal, la inflación resulta de la impresión de dinero inorgánico, sin leyes, sin discusiones ni representantes. La inflación es un impuesto enmascarado, ilegal y regresivo que genera pobreza y desigualdad.
La discrecionalidad monetaria no es una virtud sino un engaño, un abuso de autoridad y una violación de los derechos de los ciudadanos. La discrecionalidad monetaria es la antítesis de la transparencia monetaria. Sus consecuencias son terribles en el área política (corrupción), económica (pobreza), social (desigualdad) y ética (inmoralidad).
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